La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha añadido formalmente el síndrome de hiperemesis cannabinoide (CHS) a su Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10), una medida que refleja un aumento dramático de casos durante la última década. La actualización, que entrará en vigor el 1 de octubre, proporciona un código de diagnóstico estandarizado para CHS, lo que permite un mejor seguimiento y tratamiento de la afección. Este reconocimiento es un paso crucial para abordar lo que rápidamente se está convirtiendo en un importante problema de salud pública.
El auge del CHS: una crisis creciente
El síndrome de hiperemesis cannabinoide se caracteriza por episodios cíclicos y graves de náuseas, vómitos y dolor abdominal en consumidores crónicos de cannabis. Irónicamente, quienes la padecen a menudo encuentran un alivio temporal en duchas o baños extremadamente calientes, un comportamiento que ahora se reconoce como un síntoma clave. La prevalencia del síndrome se ha disparado desde 2016, y las visitas al departamento de emergencias (SU) aumentaron aproximadamente un 650 % durante ese período, alcanzando su punto máximo durante la pandemia de COVID-19.
Este aumento no se debe sólo a que más personas consumen cannabis; se trata de cómo lo están usando. Los productos de cannabis modernos contienen niveles dramáticamente más altos de THC que los disponibles en la década de 1990. Las cepas actuales superan habitualmente el 20% de THC, y algunas alcanzan el 90%, un marcado contraste con el 5% de potencia común hace décadas. Esta potencia concentrada parece ser un importante impulsor del aumento del CHS.
Impacto en los jóvenes: una preocupación crítica
La tendencia más alarmante es el rápido aumento de los casos de CHS entre adolescentes y adultos jóvenes. Los estudios revelan que las visitas al servicio de urgencias por el síndrome entre jóvenes de 13 a 21 años han aumentado casi un 50% por año entre 2016 y 2023. Este aumento es independiente del estado de legalización del cannabis, lo que significa que el problema trasciende los cambios de políticas.
El Dr. Michael Toce del Boston Children’s Hospital y sus colegas descubrieron que las visitas al servicio de urgencias relacionadas con el CHS aumentaron de 160 por millón en 2016 a casi 2000 por millón en 2023, un aumento de más de diez veces. Esto sugiere que el consumo temprano e intenso de cannabis es un factor de riesgo importante.
Por qué esto es importante: más allá del vómito
El reconocimiento del CHS por parte de la OMS no se trata solo de categorizar una condición médica; se trata de reconocer una creciente crisis de salud pública. Los vómitos prolongados pueden provocar deshidratación, desequilibrios electrolíticos e incluso daño esofágico. Además, el CHS a menudo no se diagnostica porque los pacientes no relacionan sus síntomas con el consumo de cannabis.
El Dr. Andrew Meltzer, profesor de medicina de emergencia en la Universidad George Washington, destaca que los consumidores crónicos a menudo no se dan cuenta de que el cannabis es la causa fundamental de sus episodios recurrentes de vómitos. El uso intensivo y de inicio temprano es particularmente peligroso.
Tratamiento y prevención: un camino desafiante
El tratamiento más eficaz para el CHS es la abstinencia total del cannabis. Sin embargo, dejar de fumar puede resultar increíblemente difícil para los consumidores crónicos y requiere intervenciones personalizadas. Si bien se puede encontrar alivio temporal en duchas calientes, cremas de capsaicina o medicamentos administrados para la disfunción eréctil como el haloperidol, estos son remedios provisionales.
Las soluciones a largo plazo pueden implicar terapia cognitivo-conductual (TCC), terapia de mejora motivacional (MET) y, en algunos casos, antidepresivos o benzodiazepinas para controlar los antojos y la abstinencia. A pesar de la necesidad, la FDA aún no ha aprobado ningún medicamento específicamente para el trastorno por consumo de cannabis (CUD).
El aumento del CHS subraya la necesidad urgente de estrategias de educación, detección y reducción de daños, particularmente entre los jóvenes. Prevenir el consumo temprano y excesivo de cannabis puede ser la forma más eficaz de frenar esta creciente epidemia.
La creciente potencia del cannabis, junto con las crecientes tasas de ansiedad, depresión y otros problemas de salud mental entre los consumidores jóvenes, hace que esta tendencia sea aún más preocupante. La acción de la OMS es un primer paso para abordar esta crisis, pero los esfuerzos sostenidos en prevención, diagnóstico y tratamiento son esenciales.





























