La esclerosis múltiple (EM) a menudo se asocia con dolor relacionado con los nervios, pero un problema importante y que con frecuencia se pasa por alto es el dolor musculoesquelético (MSK) : malestar que surge de la alteración de la mecánica del cuerpo, debilidad y espasticidad. Este tipo de dolor afecta músculos, articulaciones y tejidos conectivos y puede afectar gravemente la calidad de vida.
Por qué es importante el dolor de MSK
La EM no sólo afecta el sistema nervioso; Cambia fundamentalmente la forma en que el cuerpo se mueve y se sostiene. A medida que la enfermedad avanza, se desarrollan desequilibrios que provocan una tensión anormal en los músculos y las articulaciones. Esto no es simplemente “desgaste”; es una consecuencia directa de los cambios relacionados con la EM. Ignorar este dolor puede provocar molestias crónicas, movilidad reducida y más complicaciones.
¿Cómo se siente el dolor de MSK?
A diferencia de las sensaciones de ardor u hormigueo del dolor nervioso, el dolor MSK se presenta como dolores sordos, rigidez, palpitaciones o sensibilidad en áreas como el cuello, los hombros, la espalda y las extremidades. A menudo empeora con la inactividad, movimientos inusuales o posiciones prolongadas. Las personas con EM con frecuencia lo describen como similar al dolor por uso excesivo debido al ejercicio intenso, excepto que ocurre con las actividades cotidianas.
Las áreas clave afectadas incluyen:
– Rigidez de cuello y hombros.
– Dolor articular en las zonas que soportan peso (rodillas, caderas)
– Molestias localizadas en la parte baja de la espalda después de la actividad.
Las causas fundamentales del dolor de MSK
Varios factores relacionados con la EM contribuyen al dolor de MSK:
- Fatiga: Altera los patrones de movimiento, aumentando la tensión.
- Debilidad muscular: Obliga a otros músculos a sobrecompensarse, lo que lleva a un uso excesivo.
- Problemas de equilibrio: Provoca ajustes incómodos en la marcha que tensionan las articulaciones.
- Desafíos de movilidad: Conduce a inactividad, atrofia muscular y aumento del dolor.
- Pie caído: Los patrones de caminar poco naturales tensan las caderas, los muslos y la parte baja de la espalda.
- Espasticidad crónica: Los músculos tensos redistribuyen el peso de forma incorrecta, lo que provoca tensión en las articulaciones.
- Caídas: Comunes en la EM, pueden provocar lesiones que no siempre se presentan de inmediato.
Diagnóstico eficaz del dolor por MSK
El diagnóstico adecuado es crucial, ya que la EM presenta múltiples tipos de dolor. Un proveedor de atención médica:
- Preguntas detalladas: Para comprender la naturaleza exacta del dolor.
- Examen físico: Valoración de postura, marcha, fuerza y flexibilidad.
- Palpación: Presionar suavemente los músculos y articulaciones doloridos.
- Evaluación de actividades: Revisión de actividades diarias, caídas y limitaciones funcionales.
Se pueden utilizar imágenes (MRI o EMG) para descartar otras afecciones. El objetivo es distinguir el dolor MSK del dolor nervioso o inflamatorio, ya que los enfoques de tratamiento difieren.
La interacción entre la fatiga, el estado de ánimo y el dolor
La fatiga, la ansiedad y la depresión son comunes en la EM y pueden amplificar la percepción del dolor. Esto crea un círculo vicioso: el dolor limita la movilidad, la inactividad empeora la fatiga y los problemas del estado de ánimo aumentan la sensibilidad. Romper este ciclo requiere un enfoque holístico:
- Sueño reparador
- Acondicionamiento gradual
- Apoyo psicológico
Movimiento consciente y atención experta
Moverse con conciencia es clave. Las actividades de ritmo, el uso de dispositivos de asistencia y la práctica regular de ejercicios de movilidad ayudan a mantener la función. La intervención temprana es mejor; buscar atención experta poco después del diagnóstico puede evitar que el dolor aumente.
El dolor musculoesquelético es un aspecto frecuente pero a menudo subestimado de la EM. Reconocer sus causas, síntomas y la importancia de un manejo proactivo es vital para mejorar la calidad de vida.
Fuentes:
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