Si bien muchas personas celebran tener un nivel de colesterol “normal”, esto puede no ser tan saludable como parece. La definición médica predominante de “normal” podría en realidad alinearse con nuestra epidemia de enfermedades cardíacas cada vez más prevalente en lugar de con una salud óptima. Este artículo explora por qué es necesario reevaluar las normas convencionales de colesterol y cómo serían los verdaderos niveles saludables.
El panorama convencional: el papel del colesterol en las enfermedades cardíacas
Décadas de investigación demuestran inequívocamente que el colesterol LDL (“malo”) es el principal impulsor de la aterosclerosis: el endurecimiento y estrechamiento de las arterias que provoca ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares. Cientos de estudios que involucran a millones de participantes muestran una imagen clara: el colesterol LDL alto contribuye directamente a la acumulación de placa en nuestras arterias, aumentando el riesgo de enfermedad cardiovascular.
Sin embargo, incluso las personas con lo que se consideran niveles de colesterol “óptimos” según los estándares actuales (presión arterial inferior a 120/80, azúcar en sangre normal y colesterol total inferior a 200 mg/dL) aún pueden tener cantidades significativas de acumulación de placa aterosclerótica dentro de sus arterias. Este hecho sorprendente sugiere que nuestra comprensión actual de lo “normal” podría estar equivocada.
La desconexión entre los estándares actuales y la realidad evolutiva
Considere esto: antes de que dominaran las dietas modernas, la mayoría de las personas en todo el mundo tenían niveles de colesterol LDL de alrededor de 50 mg/dL, significativamente más bajos de lo que a menudo se considera “normal” en la actualidad. Este hallazgo resalta un punto crucial: nuestros cuerpos evolucionaron durante millones de años con una dieta rica en alimentos vegetales integrales, no en alimentos procesados ni en grasas saturadas. Por lo tanto, el rango “normal” actual podría reflejar una sociedad enferma más que un estado inherentemente saludable.
Repensar los objetivos de colesterol
¿Deberíamos entonces aspirar a niveles de LDL más cercanos a los que se encontraban naturalmente antes de la adopción generalizada de las dietas occidentales? Los expertos suelen citar 70 mg/dL como un objetivo deseable cuando se utilizan modificaciones en el estilo de vida para reducir el colesterol. Si bien alcanzar este nivel únicamente a través de la dieta puede ser un desafío, no es imposible. Las dietas estrictas basadas en plantas han demostrado la capacidad de alcanzar consistentemente niveles de LDL en este rango o incluso más bajos.
Más allá de los productos farmacéuticos: el poder del estilo de vida
Los cambios en el estilo de vida son cruciales para un control óptimo del colesterol y conllevan ventajas significativas sobre las intervenciones farmacéuticas como las estatinas. Si bien las estatinas pueden reducir eficazmente el colesterol LDL, conllevan posibles efectos secundarios como daño muscular. Elegir una dieta basada en plantas no sólo ofrece el beneficio de reducir el colesterol de forma natural, sino que también mejora el bienestar general, lo que conduce a mejores resultados de salud mental y una mayor vitalidad física.
En conclusión, si bien los niveles de colesterol “normales” pueden parecer tranquilizadores, es crucial considerar qué constituye realmente una salud óptima para nuestra especie. Al adoptar patrones dietéticos alineados con nuestra historia evolutiva y priorizar las modificaciones en el estilo de vida, podemos esforzarnos por alcanzar niveles de colesterol que realmente promuevan el bienestar y protejan contra las enfermedades cardíacas.
